¡Buenos días!
El pasado lunes, en la clase de Metodología
de ELE (del máster de FPELE de la UB), tuvimos una sesión de ruso para
principiantes con la finalidad de experimentar cómo se sienten los alumnos que
aprenden una segunda lengua y para observar, como futuros docentes de LE, cómo
debemos estructurar las actividades.
La
profesora, desde el primer momento que entró en la clase, nos habló a todos en
ruso hasta que se acabó la tarea. Sorprendentemente, entendí (gracias a sus gestos,
anotaciones en la pizarra, aunque en ruso) lo que explicaba, ya que jamás he asistido a una clase de idioma. Nos situó en un determinado
contexto, el de la fiesta, y a partir de ahí introdujo vocabulario sobre
bebidas, comidas… Además, nos propuso un ejemplo de diálogo, que entendí, más o
menos, por la estructura. Aunque constantemente estábamos practicando las
mismas presentaciones (“me llamo… ¿tú cómo te llamas?”; “me gusta… no me
gusta…”), usábamos el vocabulario nuevo que nos había proporcionado y las
dinámicas eran diferentes, lo que hizo que la clase no fuese aburrida, sino
significativa para quien aprende una nueva lengua, con lo cual fue mi muy
interesante la experiencia.
El papel del docente es estar pendiente de
que los alumnos hagan la actividad, porque quizá no han entendido las
instrucciones y, por vergüenza, no se atreven a preguntar. He aprendido que no
hay que darles mucha información, sobre todo, en niveles iniciales porque
reciben mucho input, por lo que dicha
información debe ser moderada y, sobre todo, deben practicar la lengua meta. También
es necesario motivar al alumnado.
Hasta aquí por hoy. Espero poder escribir
pronto,
Itziar